...Que la única autoridad deberían ser el hambre, la sed y el cansancio. Qué todo debería ser espontáneo y que al final nos riéramos del sinsentido de la vida, para morir con la sonrisa de aquel que se sintió satisfecho de jugar una partida tan bonita a pesar del resultado. Jugar, jugar y aprender jugando, algo que era tan básico...
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